Fiel en la Adversidad (6.8)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Ya se mencionó en una lección anterior que: “La Adversidad es la Madre de todas las Virtudes”, lo cual escuchamos en algún momento de nuestra Vida y creemos que es muy cierto. Como muestra bastan unos botones:

–De resolver problemas difíciles diariamente, nace la Fortaleza.

–De resistir diariamente la misma situación agobiante, nace la Paciencia.

–De luchar contra corriente siempre para lograr cosas, nace la Perseverancia.

–De comer y beber solamente lo más necesario, nace la Moderación.

Así que en lugar de lamentarnos, pongamos manos a la obra y dediquémonos a salir adelante.

–El esfuerzo empleado será proporcional a la disminución de la Adversidad.

–El esfuerzo dedicado será proporcional al fortalecimiento mental y corporal.

Una verdad absoluta es que: “El cuerpo y la mente humana fueron diseñados por Dios Nuestro Señor para el trabajo constante duro y arduo”.

Por mucho tiempo los seres humanos habíamos ejercitado todas las partes del cuerpo en las tareas diarias. Pero ahora la tecnología ha llegado a casi todos los rincones de nuestro entorno.

Definitivamente estamos a favor de los muchísimos casos en que la tecnología ha hecho que nuestras tareas las realicemos de manera más fácil y cómoda y que en general nuestra Vida diaria sea más llevadera.

Pero en algunos casos, según nuestra opinión, es una verdadera exageración la manera en que utilizamos los adelantos tecnológicos para las tareas más sencillas.

Ahora todo tiende a hacer las cosas con el menor esfuerzo. Desde la niñez, ahora todo tiende a convertir nuestros músculos en la flacidez total y a nuestra mente en un adorno más.

Y todo es una cadenita, sino estamos acostumbrados a analizar y resolver problemas y situaciones en la edad escolar, entonces no habremos adquirido en la edad adulta, el hábito que nos servirá para el análisis de problemas  reales y a enfrentarlos sin desfallecer.

No esperemos a sentir el dolor extremo tocando fondo para empezar a ejercitarnos. Pidámosle a nuestra pareja y/o cónyuge que nos sacuda con vehemencia, cuando asomen en nuestra personalidad las primeras lamentaciones infantiles.

¡Que Dios todopoderoso te bendiga a Ti y tu pareja!

Señor Jesucristo, gracias te damos por estar con nosotros en los momentos de prueba. Sabemos y confiamos que aunque nos agobien las mayores adversidades, si permanecemos tomados de tu mano bendita, nunca nos abandonarás.

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