Fiel en la Enfermedad (8.15)

En el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

San Mateo 18, 2-3: “Jesús llamó entonces a un niño, lo puso en medio de los discípulos y dijo: en verdad les digo que si ustedes no cambian y se vuelven como niños, nunca entrarán en el Reino de los Cielos”. Esta es palabra de Dios.

San Mateo 19, 14: “Entonces Jesús dijo: dejen que los niños vengan a mí, y no se los impidan, porque el Reino de los Cielos es de quienes son como ellos”. Esta es palabra de Dios.

Está claro que Dios Nuestro Señor nos quiere como niños, recordando que ser niño debería ser señal de Salud, energía, inocencia, honestidad, alegría, admiración, disfrute, perdón, buenos sentimientos y pensamientos, solo por mencionar unos cuantos valores intrínsecos.

“”Recordando un poco cómo fue nuestra niñez: disfrutábamos del brillante sol, de la fuerte lluvia, de los grandes árboles, de la nitidez de la luna, de la belleza de las flores, de la frescura del agua y del poder del viento; de los pequeños y grandes animales, de los helados y los dulces, de los juguetes, ¡Y de tantas y tantas cosas que llegaban a nuestros sentidos por primera vez!

Recordando nuestras primeras canciones que aprendimos, nuestras primeras oraciones que rezamos, ¡Aquella época en la que nuestro único trabajo era aprender y crecer! Pero sobre todo aprender de los ejemplos que la gente mayor nos daban.

Una época en la que no nos importaba andar sucios por el juego, una época en la que reíamos casi las 24 hr. del día, teníamos en nuestro poder toda la energía del mundo, éramos incansables y olvidábamos fácil y rápidamente las ofensas, ¡Sabíamos perdonar porque no conocíamos el odio, ni los resentimientos, ni las envidias!, lo único que conocíamos era nuestro mundo que día con día transformábamos a nuestro gusto.

Al amanecer de cada día, nos admirábamos que volvíamos a abrir los ojos, de que el sol volviera a salir, sentíamos como se llenaban de aire nuestros pulmones nuevamente, era el don preciado de la Vida lo que nos hacía sentir todo esto, nuestros sentidos captaban todo tipo de sensaciones, ¡Es una gran bendición volver a despertar!

Disfrutábamos de nuestro baño, sentíamos como corría el agua y acariciaba nuestra piel, disfrutábamos como limpiaba y suavizaba cada poro de nuestro cuerpo.

Disfrutamos el frío, sentíamos como se nos pegaba a la piel como si fuera hielo, vivíamos esta etapa como todas. Disfrutamos el calor y sentíamos como quemaba nuestra piel y nos sofocaba momentáneamente, ¡Era solo una sensación diferente! Ya llegarían los nublados y las lluvias y desearíamos un momento de ese sol refulgente.

¡Disfrutamos de un vaso con agua fresca y cristalina, de una fruta dulce y de un agrio limón!

Al tomar nuevamente nuestra comida, nos admirábamos de lo bien que sabía, de lo calientita que estaba, disfrutamos su suavidad y deleite, la saboreábamos hasta que suavemente caía a nuestro vientre, y recuerdo que bendecíamos las manos que la prepararon””.

En fin, a nuestro modo éramos felices, Ahora que somos adultos, ¿Será muy difícil volver a ser como niños? ¿Y sinceramente amar y disfrutar a nuestra Familia y a  nuestro entorno? ¿Valdrá cabalmente la pena hacerlo de esta manera?

La Decisión es solo nuestra y tenemos toda la Libertad de hacerlo.

Hombre y Mujer Comprometidos, con esta lección damos por terminado este Tema # 8, mucho esperamos que les haya sido de utilidad aunque sea una mínima parte y aunque seguimos separados en el tiempo y el espacio, nos seguimos poniendo a sus órdenes en el siguiente Tema #9: “Las Decisiones”.

¡Que Dios todopoderoso te bendiga a Ti y a tu pareja!

Señor Jesucristo, permítenos encontrar el sentido que tiene el sufrir alguna enfermedad, permitida por Ti. Sabemos que todo tiene un propósito y un fin. Y sabemos también que si confiamos en Ti, nos ayudarás a recuperarnos, y quedar inclusive en mejores condiciones que antes.

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